No es la homofobia sino el literalismo bíblico
Después de haber
hablado con muchas personas LGTBI que procedían de iglesias
evangélicas, me he dado cuenta de que ninguna de ellas tenía
interés por conocer los argumentos con los que rebatir la homofobia
que padecían dentro sus familias o comunidades. Nunca nadie me ha
preguntado: ¿Qué puedo decirles para que se den cuenta de que la
homofobia es un pecado? Puede parecer sorprendente, pero aunque
mayoritariamente hemos arrastrado sentimientos de culpabilidad, la
verdad es que nunca he conocido a un evangélico LGTBI, por muy
conservador o fundamentalista que fuese el entorno del que procedía,
que no tuviese claro que era objeto de un odio y discriminación que
Jesús hubiese rechazado.
Sin embargo, también
es cierto que por muy variadas que hayan sido las conversaciones,
siempre ha habido un momento en el que ha hecho acto de presencia la
pregunta sobre la manera en la que se pueden justificar los cuatro o
cinco versículos que tradicionalmente la homofobia evangelical ha
utilizado para hacer divino su odio. Siempre, y digo siempre, tarde o
temprano alguien lanza al aire alguna pregunta similar a éstas: ¿Qué
quieren decir en realidad esos versículos? ¿Qué otros versículos
podemos citar para que sepan que no es pecado lo que sentimos? Es
evidente pues, que la marca con la que la bestia ha querido sellar
nuestros deseos, tiene en principio más que ver con el literalismo
bíblico que con la homofobia.
Si bien es cierto que
en principio fue la homofobia y que más tarde el literalismo vino
por añadidura, al menos si nos lo planteamos en un plano temporal,
no creo que hoy en día la homofobia sea la razón principal por la
que las iglesias evangélicas muestran una reacción tan alérgica y
tan poco evangélica con las personas LGTBI. En realidad creo que
sólo es una muleta a la que se agarra con fuerza el literalismo para
seguir dando pasos hacia delante. Lo que nos abrasa a las personas
LGTBI evangélicas es sin lugar a dudas el fuego de la
homotransfobia, pero ese fuego está ahí porque el literalismo
bíblico es un combustible altamente inflamable.
No estoy diciendo que
la Biblia no refleje lo que nosotros hoy en día identificamos como
homofobia. Respeto mucho el trabajo de las personas que intentan
hacernos ver que la Biblia está libre de ella, y aunque en muchos
casos nos han ayudado a descubrir que algunos de los textos a los que
se aferra el literalismo para atacarnos en realidad no tienen ningún
contenido homófobo, soy de los que piensa que la Biblia fue escrita
por seres humanos que dejaron en ella la huella de su manera de ver a
Dios, el mundo y el ser humano. Y sin lugar a dudas la homofobia es
una de esas huellas. Aún así también creo que la Biblia muestra
principios y valores que hacen incompatible la homofobia con el
seguimiento de Jesús. Sin ir más lejos el mandamiento evangélico
de amar al prójimo como a uno mismo, invalidaría directamente
cualquier acción que promoviese la discriminación y la exclusión
de una persona por su manera de ser, sentir, o por su manera de amar.
Y sin embargo, las iglesias evangélicas son uno de los actores
principales que se oponen a nuestros derechos. ¿Por qué?
Si tenemos en cuenta
que hoy en día las comunidades cristianas más homófobas son
también las fundamentalistas y literalistas, es fácil deducir lo
que ya antes he indicado: que la homofobia es sólo un arma en manos
del verdadero culpable, que es el literalismo. Los fundamentalistas
cristianos tienen pánico a un mundo que sea más complicado del que
se han construido a base de leer al pie de la letra los textos
bíblicos. No les importa que ni siquiera Jesús lo hiciese, que su
maestro les enseñase que la Biblia ha de interpretarse a partir del
ser humano y no de la letra. Y que el temor a la realidad no se vence
con legalismo, maldiciones y fuego eterno, sino que se acompaña y
transforma con amor. No les importa el daño que puedan producir a
las personas LGTBI, tampoco a otros colectivos a los que
estigmatizan, lo importante es que puedan sentirse seguros con las
respuestas que encuentran en una lectura literal y superficial de la
Biblia. Por eso es evidente que esta ideología tan simplista como
cruel no tiene nada que ver con el evangelio, porque se basa en
anestesiar el miedo y manipular la realidad y no en liberar a los
seres humanos de la opresión.
Cada vez veo más
inútiles los debates sobre la inclusividad dentro de las comunidades
cristianas, y pienso que más bien se debería empezar por denunciar
el literalismo como una ideología que amenaza al cristianismo y ante
el que la mayoría de comunidades evangélicas de nuestro país se
han rendido. Los fundamentalistas literalistas no siguen el evangelio
de Jesús, eso lo sabemos bien quienes hemos padecido su odio. Pero
no es sólo misión nuestra denunciarlo, lo es de todas aquellas
personas cristianas que son conscientes de los daños que esta
ideología produce. El centro del problema no son las demandas de
justicia de las personas LGTBI, sino el literalismo que genera odio y
discriminación alrededor de todas las personas cristianas que lo han
divinizado. Creer que se puede leer al pie de la letra unos textos
escritos hace miles de años y trasladarlos acríticamente a la
realidad que nos rodea, independientemente de la violencia y de las
víctimas que produzcan, es un ataque a la Palabra de Dios, una
utilización demoníaca de la Biblia; y quienes como evangélicos
decimos que ha sido inspirada por un Dios de amor, no podemos
permanecer callados ante quienes con ella predican a un Dios cruel
que excluye y margina.
Carlos Osma
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